jueves, 14 de mayo de 2009

¿Qué pretende usted de mí?

Estoy pasando por una etapa muy feminista de mi vida, activista del género casi.
¿Será la edad? El casi cuarto de siglo no es poca cosa.

¿Qué quieren los hombres? ¿Qué buscan en una mujer? Que esperan de nosotras?
Pasamos la vida tratando de desencriptar enigmas de los que probablemente ellos tampoco tengan las respuestas. Y más probablemente aún, tampoco se hagan muchas preguntas al respecto.
La cuestión es dejar de ser hembra, históricamente preparada para la contención, el calor, la tolerancia, la espera, es que chicas, nosotras somos muy impacientes. Es eso, tenemos que esperar. ¡Aprender a esperar!
Tejer mañanitas esperando que un día, glorioso el día en que ellos, decidan qué hembra les viene mejor.
Si somos histéricas, entonces somos predecibles y más temprano o más tarde, eso los aburre. A algunos los aburre antes de empezar, por qué, ¿para qué hacer tanto esfuerzo?, si en definitiva “Esta, no entrega”.
Los que persisten en el juego histérico (poco recomendables, al igual que las que ejercen este método) y llegado el preciado día consiguen lo que tanto “ansiaban”, desaparecen. ¿Por qué? Porque el sentido mismo del juego se desvanece.
Ahora queremos un nuevo objeto inalcanzable. La motivación esta ahí, en lo que no se puede: A, B, C!
Si nos hacemos las fálicas (hablando en criollo, nos hacemos las “pijas”, superadas, cancheras, súperyoicas) somos unas traumadas, raras, enroscadas, fáciles (sexualmente hablando)
Es que no entendemos nuestra condición, chicas, ya ven: ¡hay mucho por aprender!
La realidad es que nosotras no tenemos pija. Y nunca vamos a tener una (gracias mamá: mamá es psicóloga, me lo explico cuando yo era muy chiquita)
Fisiológicamente nuestro cuerpo está preparado para recibir pero eso no quiere decir que no podamos dar, ni que debamos caratularnos como “pasivas”. Está claro.
Pero eso es otro tema, le dejamos la sección a nuestra amiga Alejandra Rampolla, que es una erudita en esto de dar y recibir.
Con las superadas hay tres caminos: primero les encanta (sobre todo a los supermachos, los más sensibles y femeninos no pueden con ellas), por un ratito es divertido, jugar a que una mujer los “domine” pero tarde ó temprano: les da miedo y otra vez, se los come la tierra, ó no lo soportan; la condición machoman históricamente heredada es más fuerte, ó por último y peor de los casos, se vuelven cómodos y no mueven nunca mas un dedo, ni para tocarte el timbre: “¡Ya tendrías que estar abajo, nena!”.
Ellos, nosotras, nosotras, ellos. Es imposible no contemplar cómo las construcciones culturales de nuestros géneros afectan las maneras de manifestarnos con los otros.
Quizás alguna vez tanto hombres como mujeres podamos desprendernos, al menos un poco, de nuestro pasado históricamente edificado, para empezar a entendernos como seres iguales.
Entendernos, comunicarnos, hablar: ¡es más fácil y más rendidor! No perdemos tanto tiempo, nos conocemos mejor (incluso a nosotros mismos) y sabemos a qué atenernos.
Y en esto si somos de avanzada chicas, para terminar con el broche de oro feminista.
Si hay que hablar: ¡nosotras siempre estamos!

3 comentarios:

  1. Se darà vuelta la rosca alguna vez y seràn ellos los que nos digan "tenemos que hablar"...y nosotras las que estemos tiradas en la cama rascandonos nuestras partes diciendo..."en un ratito".... No creo no?
    Igual ..tercos, egocentricos y desarraigados..Son lo màs lindo que hay!!!!
    Muy buena tu reflexiòn Agus la apoyo totalmente en cada una de tus palabras!

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  2. Igual...para mi...la culpa de todo la tiene Freud por meterles en la cabeza que tienen que encontrar alguien como la madre...y algunos se lo toman demasiado en serio que pretenden que los tratemos como pichones invalidossss!!!!

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